Intuición: Cómo potenciar esa creatividad innata

Imaginemos un día laboral cualquiera para la inmensa mayoría de personas del mundo occidental. Suena el despertador a una hora concreta y a partir de ahí, toda una serie de normas, acuerdos, compromisos, reuniones preestablecidos previamente. Llega la noche, y a dormir a una hora convenida también. Y así, un día tras otro marcado por la agenda. ¿Y ahí dónde queda el espacio para la imaginación? ¿Dónde se queda la intuición? ¿Para qué sirve eso?
Por qué la intuición es tan relevante
En el apartado de creatividad intuitiva hablaba de cuándo emerge la intuición en el proceso creativo. Y así, en nuestro día a día, la intuición tiene, además de una función para crear ideas, un apoyo en la toma de decisiones. Pues la intuición la entendemos como el cómputo de información disponible en un momento dado infiriendo conocimiento disruptivo. Por ello, dicho conocimiento suele ser resultar llamativo, diferente o lateral. De ahí su relevancia en momentos clave.
Además la información recogida para dicho cálculo no viene de un razonamiento lógico sino de la suma de los datos reunidos a través de los sentidos en contacto con nuestro entorno. Información que tenemos disponible continuamente a la par de la del pensamiento.
Sin embargo, la intuición también depende de un factor clave: la sabiduría. Y la sabiduría (que no es memorizar sobre cómo son las cosas) se conforma por la suma de las experiencias. Porque cada experiencia me va a aportar un nuevo conocimiento propio y único sobre una actividad. Y experiencia entendida como la asimilación completa de un contacto pleno. Este contacto pleno puede ser sobre una ciencia, la escalada, agricultura, cocinar una tortilla de patatas o amar a otra persona.
No obstante, en un mundo completamente infoxicado, recibimos tantos estímulos que generalmente nos vamos anestesiando y nos cuesta concentrarnos en solo una cosa durante un periodo prolongado de tiempo.
¿Cómo potenciar la intuición?
Primero, es desarrollar experiencias con un contacto pleno con la realidad. Para ello, necesito prestar la mayor atención posible al momento presente. (Resulta aparentemente fácil).
Una vez en que el presente cobra más relevancia, la siguiente meta es reducir la cantidad de pensamientos que tenemos al día. Por mi propia experiencia, cuanto más pienso, menos intuiciones tengo. Y, de hecho, se podría relacionar con que las ideas más brillantes (debidas a la intuición) se generan en espacios donde el pensamiento no tiene mucho sentido: conduciendo, en el baño, en medio de un bosque, caminando,…
Una de las herramientas, con más auge actualmente, pero no por ello perdiendo su valor para este cometido es el yoga. (De ahí que esté impartiendo un curso sobre ello). De una de sus ramas, aparece la meditación (o mindfulness para los modernos). Esta vía como cualquier otra que nos permita estar más atentos a nuestro entorno, permitirá que contactemos con la vida de forma más presente.
Con esa llave que la puerta de la intuición (y de las sincronicidades asociadas) se abra dependerá de confiar. Y eso ya depende de cada uno.
Y gracias por leer mi reflexión, ya sabes que cualquier comentario es bienvenido. Si tienes dudas, por favor, pregunta. Y claro, estoy abierto a cualquier sugerencia.